lunes, 6 de octubre de 2014

ARGENTINA-POETAS Y ESCRITORES: HORACIO C. ROSSI: NACIO EL 4 DE OCTUBRE DE 1953- FALLECIO EL 18 DE MAYO DE 2008.

















Poeta y escritor, amigo y 'maestro'/guía de calidad.
Fue un fuera de serie: querido por todos.!

Hoy 4 de octubre cumpliría años.

Lo recuerdo con mucho cariño, respeto y admiración.
En su homenaje publico algunas poesías suyas y algunos textos sobre LACHO (así le decían sus amigos y familiares).

JOSE PIVIN
HAIFA- ISRAEL


ALGUNAS POESIAS DE HORACIO 
C. ROSSI y algunos textos sobre el.
(qepd)

I -

Los amigos son una costumbre solar

-a Cacho Agú, con un abrazo…

Los amigos son una costumbre solar
la segura semilla de la flor del silencio,
el más que mejor rito de la cotidianía
la bendición perfecta por la que estamos vivos...


son la espuma del viento que celebro cantando
porque allí el transcurso del tiempo se florece
rindiendo su primicia de bienvenido abrazo
en riego imprescindible de certidumbre en mano.

los amigos son fieles aún cuando la ausencia
nos regala su turno de extrañamiento humano.
y aprendemos respeto paciente por los días
hasta que otra vez alguien nos convida a acercarnos.

se nos allega otro, con su nombre y con su historia,
y pactamos de nuevo convivir un nosotros.
y seguimos creciendo nuestro común destino
dentro un inmenso límite de lluvia entre los árboles...

¡Y qué bueno es juntar la lluvia y los amigos!
la bruma buena cuya lleganza es descansancio
como el mate aromando ante la compañía
de la absorta candela y las letras que besa la poesía...

los amigos nos dejan nombrados, sin olvido:
los de siempre, los nuevos, los a llegar mañana,
en franca y encendida fiesta honda y sincera
que nos nutre de puro milagro del misterio...

cuando el azul velero de la luz nos recoge
quedan siendo lo único que de verdad tuvimos...

Horacio C. Rossi.



II - 

Por la vasta intemperie la perplejidad cunde
como un viento de mugre opacando los ojos.
Los esfuerzos que parecen inútiles se nos tragan las ganas.
Y quedamos mirando sin ver, aturdidos y tristes.
¿Qué le toca al poeta decir?
Acompaño. Anoto cotidiano
el diario de la marcha insatisfecha, que seguimos andando.
¿Decir? No estamos solos. A veces vamos juntos.
Siempre llegan los nuevos
con su abrazo y su beso para el canto.
¿Decir? Los populares refranes de la lengua. Otra vez.
El sol sale, y la luna.
La lluvia pondrá verdes la tierra de los campos y la memoria,
lavará la ciudad. Humana, o nada.
Escribiremos ahora el próximo poema, de nuevo,
por primera vez. El mismo.
¿Decir? La verdadera casa es el amigo.
De esa ilusión me visto y desayuno, la comparto y recibo
y sigo andando.
¿Decir? Que aquí soy,
donde estamos,
tan como siempre.
Gracias.

Horacio C. Rossi
Publicada sin título, en 'EL ARCA DEL SUR' NRO. 60-
SANTA FE DE LA VERA CRUZ – REPUBLICA ARGENTINA


III -


Á R B O L



Había una vez un árbol crecido en las mañanas.
Se alimentó de gracia celeste y de violín.
Doró su labio seibo con sones de campana.
Juntó fresnos y robles en ronda sin confín…

En los vientos que tuvo sobre su primer verde
Bebió las excelencias pasadas, siempre en flor.
Y era, todo el futuro, juego en que nadie pierde,
Y que tiene, seguros, los frutos del amor…

Nutrió su maderita risueña con almejas
Hasta oler en el viento certidumbre de mar,
Y corrió por las calles como la primavera.
Terminó con premura su tiempo de esperar…

Cuando tronó la muerte su imperio poderoso
Sorprendiendo la tierna fascinación de paz
Del arbolito lindo, hubo un gesto furioso
Del dolor de la tierra. Y huibo llanto de más…

Una fe obligatoria lo ciñó a una tormenta
Fabricada en la casa del infierno de Añá….
Apenas unas briznas zafaron por la lenta
Mediación, más serena, y azul, del buen Tupá…

Desperdigadas voces, con temor en las caras,
Amargas y dolidas las almas sin reposo…
Se posaron, muy lentas, reabriendo sus miradas,
Para que verdeciera, de nuevo, el árbol mozo…

Hoy parece que amaina, que escampa, que regresa,
Sobre el sur, un celaje con aromas de aurora…
Y en el beso sagrado de la naturaleza
El arbolito arde su canto sin deshora…

Canto dificultoso, que enseguida se aclara,
A medida que el tiempo cicatriza la herida:
Y parece que el árbol entero respirara,
Nuevamente habitado por las voces de vida…

El árbol que persiste, que insiste, quiere, y puede
Sembrar, de todos modos, su semilla en el viento…
Con la ayuda preciosa de esos pájaros leves
Que consuelan memoria y empluman sentimiento…

El árbol va teniendo sus ramas habitables:
Los pájaros lo premian posándose en confianza…
Y, entonces, danzan juntos, al sur del Sol, amables,
Agradecidamente… ¡fundando la Esperanza !...



IV -

Oda a Horacio C. Rossi
  
      por GASTÓN GORI

Pones tus manos en el barro y llegas
al cielo;
en tus dedos se mueve una luz límpida,
y si miras los ojos
terribles del demonio
un ángel suavísimo que desciende
simplifica la tierra.

Tu verso endereza el árbol,
sosiega la turbia corriente del río,
y planifica el viento.
Si un niño cruza la pampa
de tu estrofa,
ni siquiera se oye el llanto
de las brujas,
ni el galope de los caballos
de madera.
El niño es un niño de versos;
no tiene más madre
que el poema, si está muerto
y el velatorio es de caña y milonga.

América Latina se retuerce
en la angustia del indio,
y allí en la angustia histórica
nace el bello destino
del hombre de tierra y cemento tuyo,
Horacio,
cantando dulce y duro
en las aristas de tus versos fuertes.
Oh, Horacio de negras claridades,
de hombre de pie en el amor y en la duda,
¡nadie hará por ti lo que haces por Dios,
para que el dios creador de esos, tus poemas,
sea nada más que Horacio:
un hombre volátil en su destino…


Santa Fe, 28 de julio de 1975.
GASTON GORI:

1915, Esperanza-17 de noviembre-2004, 
Santa Fe de la Vera Cruz.

V -

ALFREDO DI BERNARDO 


RECUERDA A HORACIO:

El domingo pasado se murió un amigo. Una de las personas más generosas que he tenido la suerte de conocer en la vida. Un artista de la palabra que eludió la grandilocuencia y la solemnidad tanto como la levedad del facilismo. Un escritor que tenía bien en claro que la tarea del poeta no se agota en el desafío de escribir de la mejor manera posible, sino que consiste en “hacer habitable el mundo”, lo cual implica sostener un compromiso permanente con la vida, con los otros. Un arquitecto constante de puentes humanos. Un tejedor incansable de redes bienhechoras. Un generador vitalicio de espacios allí donde antes no había nada. Un abridor vocacional de puertas que no cobraba peaje para franquear el paso a los que venían detrás. Un incorregible tendedor de manos solidarias. Un entusiasta difusor de proyectos ajenos que no se detenía en declamaciones, sino que plasmaba su aporte en gestos bien concretos. Un intelectual que se involucraba en movidas culturales no por afán de protagonismo ni para obtener beneficios personales, sino, simplemente, porque las consideraba valiosas. Un maestro casi a su pesar, que escapaba a la tentación de sentirse catedrático. Un tipo
fácilmente querible.

A gente así, militante de la luz, hay que recordarla en su mejor versión, lejos de los miserables embates de la enfermedad y de la muerte. Por eso, aquí va este poema. suyo, uno de los que más me gusta dentro de su vasta producción:

Yo suelo soñar blues*




Yo suelo soñar blues cuando la playa pare constantemente caracolas...
mientras la luna emite sus sables corvos
y hiere a l´agua provocando olas, dolorosas olas...
blues cuando hombre y mujer se desvisten lentamente, sensualmente,
por ante su ilusión ocasional, o con su grande amor por fin hallada...
blues mientras alguien se droga con fruición,
pues siente que está solo, sin amor...
tentando hallar el mundo aquel que se le fue
sin avisarle dónde lo espera para siempre...


Entonces, es cuando yo suelo soñar blues...
tropezando con la dificultad de estar vivo
entre tánta cosa que solamente finge existir...
entre lo que el tiempo, si existe, deja en la calle,
admirando el maravilloso mecanismo con que nacen nuestras
dificultades...
y siento el eco
de una que es otra voz...
que, tuya y nuestra y mía, se empina,
se hace brisa...
viento hondo, de opaco zumbar...

Si, yo silbo:
silbo cables tensos del teléfono,
hilvano luces de neón:
mi mano entonces fosforece...
recorro librerías acariciando libros no leídos, imaginándolos...
mi mirada los tiñe de los blues que sueño
ante cada ciudad y evento que recorro porque sí...
distrayendo rutas, transcurriendo días,
navegando la flor de los años, con las nostalgias siempre ahí...

Vos y tu amiga pasaron cuando soñaba el blues de todo esto,
y han dicho su palabra...
Yo estaba distraído, imaginando cómo acabar a los malvados...
me pareció oir sus voces entre el chorro de lo cotidiano...
y me quedé miráááándolos...
y seguí... seguí...
seguí haciendo lo que suelo hacer...
silbando el blues...
el blues de todos,
el blues de siempre,
el blues soñado...
con la voz impalpable,
la voz sin dueños ni inquilinos, timoneles ni remeros...

Sin que la vida misma lo sepa,
silbo su blues...
sueño su blues, aquí y ahora,
mientras busco, adivino, atrapo y dejo...
dejo que sigan brillando las estrellas en la frente del cielo...
cuyo blues, sobremanera melancólico,
suelo silbar,
despacio,
muy despacio, aveces,
cuando,
sin que Vos lo sepas...
d e s e s p e r a d o,
me disfrazo

Horacio Rossi 
Escritor y Poeta argentino (1953-2008)
*Publicado sin título en :
"HOMENAJE A HORACIO ROSSI EN LA TERRAZA."

 Me tome la libertad de colocar ese título
 basado en la primera línea de la poesía(J.P.)

VI -

"Falleció el escritor Horacio C. Rossi"
 

  Diario El Litoral, Santa Fe,
   19 de Mayo 2008.





















"y yo me iré y se quedarán los pájaros 
cantando" Juan Ramón Jiménez

Poeta santafesino. Nace el 4 de octubre de 1953 y parte, en su último viaje, en la madrugada del 18 de mayo de 2008.

El epígrafe de esta nota -firmada por Oscar "Cacho" Agú- es extraído del libro "Del aire hallado" (1988), que resume el espíritu del poeta. Sabedor, por cierto, de esta breve tenuidad, caminaba el mundo para hacerlo habitable, sin vanagloriarse de nada, sin ofrecer su palabra para la grandilocuencia. Era así porque amó todo lo que hizo. Y su modo de conectarse con el mundo era con la palabra celebrada.

Podemos enumerar algunas de sus actividades. Fundación del grupo Tupambaé con Gastón Gori. Asimismo, del grupo literario Mainumbí y del grupo Luzazul. Miembro del primer staff de la revista El Arca del Sur como, también, de La Red. 

Participó en todos los encuentros con la escuela Mantovani trabajo conjunto con ediciones anuales-. Desde sus inicios estuvo en el programa radial "Nuestra Herencia Cultural" en Radio Nacional Santa Fe. Hizo las veces de puente cultural entre Salzburgo/Latinoamérica de la Revista Xicóatl. Estuvo en Viena con los editores de la mencionada revista y pudo formalizar el contacto. Fue uno de los fundadores de la Sociedad Argentina de Escritores Filial Santa Fe- en la década del "70.

Visitó escuelas, hogares, asilos y cárceles. Participó en innumerables encuentros de escritores de la región. Fue jurado de concursos locales, provinciales y nacionales. Parte de su obra fue traducida al alemán. Sabedor del inglés, francés, portugués, alemán, hizo traducción de la obra propia y de otros autores a esas lenguas.

Compuso canciones, participó de muestras colectivas de poemas ilustrados o con poemas acompañando pinturas. Su obra está, además, en varias antologías, poemarios, separatas. La última, donde fue uno de los activos coordinadores, participan 23 poetas de varias provincias argentinas, lleva por título En bandada (2005).

Editó estos libros: Del aire hallado (1988) La pluma de polen (1994) - íAh!mor... (1999) Lambrusco (2003 Novela). En preparación: La brisa y la garúa (ensayos) Historia de Monte y Río Silvia Isla Catuto Traspatio (relatos) Europeana (crónica en poemas) Cuaderno de las baldosas calcáreas y íVerdequevuela: bienvenido! (teatrino), publicado por Internet en Inventiva Social.

Esta enumeración de actividades no es más que un breve aleteo sobre todo lo que Horacio C. Rossi aportó desde su mítica terraza. Volanteaba, en sus correos electrónicos y a todos sus contactos, la obra de otros poetas y escritores. Siempre "desde la terraza".

Allí tenía su alcoba creativa. Su biblioteca. Sus escritos. Sus árboles en maceta y sus otras plantas que cuidara con tanto esmero. Sus llamadores de ángeles. Allí viven las voces de sus encuentros. Allí, su generosidad sin límites.


VII - 


PALABRAS

CACHO AGU A HORACIO ROSSI

Acostumbro a escribir en cuadernos. Desde que me inicié en una escritura más o menos constante, hace ya unas décadas. Tal vez sea lo único ordenado de mi despelotada biblioteca. Y están fechados. Si señor. Fechados. Cada escrito tiene, al pie, la fecha de la hechura. Pero, me he acostumbrado, además, que cada vez que inicio un cuaderno nuevo, la primera página siempre sirve como apertura del cuaderno, donde hago apreciaciones sobre los intereses que me están abordando.
Convengamos que el único interés es escribir y escribir lo que me gustaría leer. Este fue un tema que abordábamos en la terraza con Horacio. La escritura debería ser algo que nos transmita alegría de hacerla y que nos haga sentir en el camino correcto. Sin altisonancias, sin posturas.
Decíamos lo difícil que es mantener una postura. Es el reino de la hipocresía. Es lo que no nos deja ser. Y no hablábamos de posturas ideológicas, sino de lo que se muestra como. Y luego caíamos en otros senderos de las divagaciones: dos es multitud. Ya uno lo es, agregábamos: yo y mis mundos. Todo tema para un soliloquio.

Entonces conversábamos sobre esas necesidades de aclararnos las ideas “conversando conmigo mismo”. Ser el otro de Borges. Espejarnos. A veces, reconocernos y, en otras, desconocernos. Sería bueno que todos, sin excepción, lo ejercitemos un poco. Claro, es muy de loco hablar solo en la calle, mientras se camina con un mar de gentes alrededor, pero qué bueno sería que lo hagamos.
Y hablábamos de las construcciones humanas. De todo tipo de construcción.
Y de la necesidad de la paciencia, de la espera, de ser como el junco ante las aguas furiosas que se dobla y no se quiebra. Y recordábamos a Antonio Machado. A Li Po. A tanto otros que, en la mar de la memoria, deben estar grabados. Y hablábamos de la embridad de ciertas palabras, que fueron trastocadas para parecer macho.

Desde luego y en ocasiones, el silencio nadaba entre nosotros mientras el mate iba de mano. Simplemente, estábamos. Hasta que, de pronto, salía algún proyecto. Y así íbamos construyendo la parte de la red que nos tocaba y que habíamos elegido.
“La poesía es hacer habitable al mundo”, repetía. Lo repetía donde estuviere. Era como una muletilla. “Pero no todos somos poetas”, agregó alguien por allí. Y las necesarias aclaraciones, para que nadie se sienta excluido: hacer lo que uno hace y hacerlo bien. Así de simple. Así de profundo. Así de claro.
Pero, me desvié del tema. Yo inicie estas líneas diciendo que tenía un cierto orden en mis cuadernos. Fechados ellos. Claro que el último que inicié hace unos días lleva la fecha de 19 de mayo de 2008. Significativa en mis días. Ese día, por la mañana, despedimos a Horacio, sabedores que no perderíamos sus abrazos, sus risotadas, sus poemas, sus lleganzas, su amistad. Ahora hablo en plural, porque mi amigo tiene la mar de amistades. Así era. Un abrazador de gentes. Tal vez, hoy, nos siga abrazando desde otros confines sospechados tras esa breve niebla que nos separa. Yo creo que sí. Ahora, con el necesario silencio. En eso estábamos. Habíamos tomado la ruta provincial 70, camino a Rafaela. Íbamos a la presentación de uno de los libros de Ángel Balzarino. Yo manejaba. El, acompañaba, mate en mano. Habíamos cruzado Humboldt, un pueblo a mitad camino entre Santa Fe y el fin del viaje. Hay un lugar que se llama La Curva. Antes, el arroyo Las Prusianas. El monte salvaje copiando la sinuosidad del arroyo.
El atardecer de una naranja excepcional. Nos paramos. Nos olvidamos de la presentación por un momento y nos quedamos mirando el espectáculo. Sin más palabras que la mirada. Como niños acunados en la vastedad, nos dejamos mimar para agradecer. Inti nos regalaba su magnificencia. El poco frío nos empujó, luego, a seguir viaje.

Entonces, decíamos, “perdamos el tiempo” en lo que importa. Aprendí, junto a él a desprenderme de lo innecesario. La primera vez fue cuando lo vi reacomodando su biblioteca. “Estoy haciendo lo de Borges: crítica literaria”. Y, literalmente, las vaciaba. Regalaba lo que ya no leería o no usaría. Se quedaba con lo necesario. Pocas cosas en el morral, palabra más, palabras menos, decía.
Si alguien se quedó con un libro que le presté es porque le gustó. Y en buena hora que así sea”. Y se sacaba la preocupación de la cabeza.
Entonces, Mozart. Y poníamos algo de Mozart para acompañar la estada en la terraza.
Y hablábamos de Tehilard, de la expulsión de la República de Platón, de Juan L., de Cortázar, de nuestro común maestro: Gastón Gori. O bien, de algún viaje a realizar, de algún proyecto a impulsar. Mansamente, mientras Mozart acompañaba. Y así, en ese trastocar los mundos con nuestras impertinentes opiniones, intercambiábamos libros.

Volviendo a lo que decía al comienzo. La escritura, en la primera hoja, como apertura de uno de mis cuadernos. Aquí va lo que pude hacer, el 19 de mayo de 2008, con las palabras. Mayo 2008
Hace un largo tiempo que no iniciaba un cuaderno. La escritura, en ocasiones, se evapora y se hace nube. No llueve desde las manos.
Pero, como bien dice el dicho: “la procesión va por dentro”. Y uno no puede dejar de ver al mundo desde lo poético. Es una mirada donde verdad y belleza confluyen. Donde una sin la otra no pueden dejar de estar. Como hermanas siamesas.
Pero, ocurre, que en ocasiones no llueve desde las manos. No llueven palabras. Es el tiempo de la espera. Allí transcurro en las cotidianas, me aferro a ellas como naos que me cruzan de una orilla a otra en cada día.
Entonces, celebro el amanecer, una sonrisa, un mate, un silencio, los amigos, los afectos.
Y de pronto llueven palabras desde las manos. El cántaro de agua vuelve a reflejar el paso de la luna. Llueven palabras porque algo se movió. Algo cambió desde mí. Algo se hizo luz, algo se hizo sombra.
Y es extraño esto, porque hoy, con el dolor mordiéndome mis pasos, acompañé a mi hermano poeta a su morada de tierra. Horacio Rossi ha muerto. Y nos dejó haciendo labores sobre la barca. Ya vienen otros grumetes. La vida no se detiene. Augura momentos en cada instante.
Abrazo su partida.
Oscar “Cacho” Agú
fuente: "HOMENAJE A HORACIO ROSSI EN LA TERRAZA".




















VIII -

Evocación de Horacio Rossi

"Yo soy el que pasa escribiendo"

   Por Roberto Malatesta

"Se me ha visto caminando al margen de las cosas / absorto en quién sabe qué asunto ajeno y distinto", así nos decía Horacio Rossi desde su poema "Retrato". Me pregunto cuál fue ese asunto ajeno y distinto, y no tengo dudas en responderme: Horacio siempre escribió el mismo poema solar de hermandad. Su búsqueda estuvo más allá de cualquier movimiento social y literario; su "asunto" fue la luz que no discrimina y participa del nacimiento de las cosas; su obsesión fue esa luz y ciertamente lo mantuvo al margen, como buen poeta, margen que el mundo no acepta puesto que no pudo con él lucrar. El margen de lo fructífero, del encuentro humano.
Siendo así, no es extraño que sus palabras poéticas Ätodo poeta tiene un puñado que bien sabe cómo dispensarlasÄ son: hermandad, abrazo, fértil, paz, día, luz, camino, amanecer, para nombrar algunas sobresalientes.

Uno piensa, una poesía demasiado solar para estos tiempos de oscuridades, de literatura de escritorio por no decir de laboratorio, demasiada libertad para ser admirada por escuelitas literarias.
Horacio siempre Äasí lo recordaréÄ se presentaba con una sonrisa; una sonrisa absolutamente abierta y predispuesta a dar continuidad en el que la recibía. Fue un tipo que supo vivir, no porque haya vilipendiado los días y gastado las noches Äesos son escapismos, decía el amigo DaniloÄ, supo vivir porque lo hizo del lado de la luz, porque apostó a la energía de lo positivo, porque no se dejó abatir por tanta sombra, porque no vaciló en el hacer y el dar; porque vivió para escribir, puesto que allí veía su misión en el mundo, "convencido y triunfante", como dice en el citado poema "Retrato".

No hay duda; advierto y me maravillo de que lo recordaré siempre sonriente, recibiéndome con su extrema generosidad. Me doy cuenta de que en mí guardo un bien inapreciable, el que seguramente aumentará su valor; un bien que nadie me podrá quitar, porque así son las cosas del espíritu.

Mi memoria de Horacio Rossi será, de aquí en más, una de mis mejores posesiones. Soy un tipo afortunado de haberlo conocido, de haber sido su amigo hasta los últimos días, lo digo con humildad y, contradictoriamente, con un extraño orgullo. Debo agregar que no habrá sido tanto mérito mío sino de él, porque después de la poesía, si hay algo que supo cultivar Horacio fue la amistad, siendo un maestro Honoris Causa en relación con esa virtud.
Se podrían mencionar mil anécdotas del "Loco Rossi", todas tendrían el común denominador de lo ya apuntado, con su típica personalidad arrasadora. Se podrían marcar defectos, que no llevarían a otra parte que a su profundo aspecto humano. Se equivocó sólo por vivir, sólo por hacer, y en esto fue uno de los mejores: casi nunca se equivocó.
Horacio Rossi era el que Äy yo lo he visto una tarde en mi casaÄ podía escribir un reversón (soneto que puede leerse de la manera tradicional, como de atrás hacia adelante) directamente en una máquina de escribir, que acumuló material propio hasta la obsesión. Y no poseía esa inocencia de los que creen y están pendientes de los premios literarios; podía desechar todo eso, era libre de todo eso. Sus premios eran los halagos de los amigos, los abrazos en la calle, el saberse "experiente entre los otros, ... puente hacia el día de mañana".
Personalmente, lo sumo a mis maestros de la poesía y de la vida. íQué lastima que uno abre los ojos totalmente cuando se siente una ausencia!, en este caso atenuada por cuanto él vive en mi memoria, y también por aquello que ha dicho el amigo César: a los poetas les cabe un privilegio: nunca mueren.
Horacio Rossi fue ése que pasó escribiendo, pero su escritura no fue un ejercicio del ego, no una maniobra del lenguaje, sino la más clara voluntad de decir: aquí estoy, aquí estamos, y todos juntos podremos manifestar: "Hermanos del camino: / La vida presta un turno feliz: aprovechemos".
La revista El Arca del Sur, en su Nº 146, ha publicado una selección de textos de Horacio Rossi, en merecido homenaje a quien fuera uno de sus más constantes colaboradores. Un pequeño puñado de poemas para una vasta obra que, en su gran parte, permanece inédita, injusticia que esperemos que el tiempo y Äpor qué no aclararlo yaÄ las instituciones abocadas a la cultura, puedan remediar.

Tres poemas de Horacio Rossi



Retrato

Se me ha visto caminando al margen de las cosas,
absorto en quién sabe qué asunto ajeno y distinto,
distraído, llevando la cuenta de otros números,
apenas si enterado de lo que acontecía
simultánea y sucesivamente, extraño,
y si me preguntaban
respondía afiebrado
unas rarezas que no valían la pena de atender.
Ahora, cuando escribo,
todo se queda escrito en mis cuadernos
con la puntual exactitud
de un minucioso compañero,
memoria de la tribu, cabildo de uno solo
convencido y triunfante,
y es así nomás.
Yo he estado en las vidas que se murieron,
yo prosigo escribiendo como si escribir fuera
una válida persistencia a partir de la cual
se pudiera reconstruir el ejercicio de la casa
que la torna habitable, entendible, para todos.
Y ha de ser cierto, ha de ser verdad.
Porque los días me van permitiendo
practicarme experiente entre los otros,
y ser el reaseguro de lo fértil general
necesario,
el puente hacia el día
de mañana, desde todo el ayer
permanente, el puente hacia el día de mañana.
Yo soy el que pasa, escribiendo.

(de "
Mainumby", 1984)



En sueño-homenaje...


ah, como helechos,
sí, ah, sus consabidas plumillas de delicia,
tenuemente antenas, tenuemente, posadas,
posadas a los pies de la palma que no ha encanecido
en la garúa del amanecer,
la de blanco modo violeta y virando sin cesar,
sin cesar hacia el centro de la tierra, virgen parturienta,
hacia la sangre negra de las cosas,
en pos de todo el frío necesario para que termine semejante a caricia,
a caricia, sí,
la ajena juventud
de inmolación al parecer ritual,
que no entiendo...
ah, como helechos
crece el jacarandá, crece el timbó, crece,
crece,
crece la acacia aquerenciada...
el sueño de estar vivos...


Retrato en noviembre/ reversón



de nuevo abro la mano: resucito
es hora - me lo dice l'aire'n flor
voyvengo del grafito hacia color
cual siempre, caminando yo medito
relleno y nunca harto de belleza
habiendo recorrido algo del mundo
jovial por fin, sin mengua de profundo
sesgo feliz de la naturaleza
casi cantando voy, vivo y maduro
fruta galana que se ofrece al día
cobrada apuesta a que habrá futuro
cosecho, hoy, la gratis siembra mía
a pasos que ya no tienen apuro
me pierdo por la humana estrellería...
me pierdo por la humana estrellería
a pasos que ya no tienen apuro
cosecho, hoy, la gratis siembra mía
cobrada apuesta a que habrá futuro
fruta galana que se ofrece al día
casi cantando voy, vivo y maduro
sesgo feliz de la naturaleza
jovial por fin, sin mengua de profundo
habiendo recorrido algo del mundo
relleno y nunca harto de belleza
cual siempre, caminando yo medito
voyvengo del grafito hacia color
es hora -me lo dice l'aire'n flor
de nuevo abro la mano: resucito...

(Horacio C. Rossi, en la terraza...)
________________________________________
fuente: diario 'EL LITORAL' DE SANTA FE- ARGENTINA
15 DE AGOSTO DE 2008.
Publicado en el Blog "EL GALLO EN ALPARGATAS"
el 18 de Agosto de 2008.

IX -

Danilo Doyharzabal (poeta)


Metafora del silencio

Dedicado a Horacio C. Rossi



A la sombra de un lapacho
duerme Horacio un largo sueño
_No despierten al poeta_
reza la voz del silencio
y se escucha una metáfora
susurrada por el viento
que, en su canto,los zorzales,
tambien lo van repitiendo.
Andan las aguas del río
no se que cosas diciendo
Navegante un camalote,
se hace versos en los esteros.
No despierten al poeta
que esta escribiendo en el sueño,
el poema de la vida
con el verbo del silencio.


* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *


FOTOS: desde el comienzo,
1-HORACIO EN SU HABITACION DE
TRABAJO,"en la terraza" de su casa.
Recibida directamente de Horacio.

2 + 3 -  DIARIO "EL LITORAL" DE SANTA FE,
            AL QUE AGRADEZCO.



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